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Nuestra era es, sin duda, la era de la nostalgia. Durante los últimos años las formas en las que se habita y experimenta el presente se han visto articuladas a través de una recuperación ética y estética del pasado. Experiencias como el cambio climático, la crisis financiera de 2008 o la actual pandemia, obligaron a toda una generación a concebir el futuro no como una forma de esperanza sino como el escenario de una amenaza. La recreación distópica de un futuro cada vez más presente corrió en paralelo con una producción simbólica permanente conmemorativa con derivas de distinto signo artístico, cultural y político. La presencia de lo vintage rebasó la esfera de lo decorativo para afianzarse en territorios insólitos como las revoluciones sociales o la cultura pop. En un mundo en el que todo cuanto existe es la reposición de lo previamente dado se antoja enormemente difícil activar nuevas formas de imaginación y creatividad. La nostalgia, indudablemente, es una forma de alienación, aunque todavía podamos sondear los riesgos y posibilidades de una experiencia a mitad de camino entre lo legítimo y lo patológico. Dirección: Diego Garrocho